25/02/2025 | Actualidad > AsiaView

En la mesa redonda organizada por Casa Asia “La nueva administración Trump y Asia-Pacífico” los expertos Pedro Rodríguez y Gracia Abad nos ofrecieron un análisis a partir de las políticas de la nueva administración de Donald Trump y su impacto en Asia-Pacífico, acompañados de Emilio de Miguel, director del centro Casa Asia-Madrid.

Pedro Rodríguez, analista, profesor de Relaciones Internacionales y corresponsal del diario ABC en Washington durante veinte años, destacó que durante la campaña presidencial de Trump, China fue vista como el principal culpable de muchos de los problemas económicos y geopolíticos que acechaban al país. Sin embargo, una vez incorporado en la Casa Blanca, la confrontación con Pekín no fue tan inmediata como se esperaba. “China era la causante de muchísimos problemas, pero al final, su confrontación no fue tan significativa como se anticipaba”, comentó Rodríguez, evidenciando que la retórica agresiva no se tradujo en una acción contundente en los primeros días de la presidencia. Rodríguez también subrayó un aspecto sorprendente de la relación de Trump con China: “La insistencia de Trump en invitar a Xi Jinping a su toma de posesión y la promesa de visitar China en los primeros 100 días de su mandato son detalles muy llamativos”, explicó. Esta disposición a mantener relaciones diplomáticas estrechas con el líder chino muestra una clara contradicción con las duras declaraciones previas sobre el gigante asiático.

En cuanto a las relaciones comerciales con China y la escalada en los aranceles, Rodríguez calificó la medida como “una guerra abierta y un desmantelamiento de la Organización Mundial del Comercio y de las normas del juego, mostrando una ambición imperialista como con el tema de Groenlandia“. Sin embargo, otra vez, se observan contradicciones en estas políticas como el indulto a la empresa china TikTok, algo que habría afectado directamente las relaciones comerciales entre Estados Unidos y China. “Trump otorgó un indulto a TikTok, lo que evitó su cierre o venta forzada”, afirmó Rodríguez, mencionando también el influjo de figuras como Elon Musk en la administración, lo que añadió una dimensión de intereses empresariales al enfoque geopolítico, teniendo en cuenta que la principal fábrica de coches del magnate se encuentra en Shanghai.

La reconfiguración del orden global fue un punto crucial abordado por Rodríguez, quien sugirió que estamos retrocediendo a un escenario geopolítico similar al Congreso de Viena de 1815, donde las grandes potencias se reparten zonas de influencia, sugiriendo que las grandes potencias del siglo XXI están buscando redefinir sus áreas de control. Esta dinámica es especialmente relevante en Asia-Pacífico, donde la rivalidad entre China y Estados Unidos se intensifica. Sobre la cuestión de Taiwán, Rodríguez no dudó en señalar que si Rusia ha logrado imponer su voluntad en Ucrania, China podría intentar lo mismo con respecto a Taiwán en el futuro. “Es plausible pensar que China podría tener un plan similar respecto a Taiwán“, advirtió, lo que refleja la creciente preocupación internacional sobre la expansión territorial de China.

Por su parte, Gracia Abad, doctora y profesora de Relaciones Internacionales de la Universidad Antonio de Nebrija, aportó una visión más panorámica de la evolución de la geopolítica internacional. “China ha sido el proceso más trascendental del orden internacional de las últimas décadas”, explicó Abad, señalando que la pregunta ahora es si China se conformará con ser solo una potencia más en el concierto internacional o si buscará un papel dominante. Esta reflexión subraya el impacto de la influencia china, que se extiende más allá de Asia, llegando a África y América Latina, regiones donde China ha aumentado su presencia mediante una diplomacia activa y proyectos de infraestructura. “China ha desarrollado una diplomacia de lobos guerreros y ha impuesto sanciones a políticos y empresas europeas, lo que ha tensionado las relaciones”, apuntó Abad, destacando cómo la agresiva postura diplomática de China ha alterado el equilibrio de poder global.

En cuanto a las relaciones de China con Europa, Abad señaló que las tensiones han ido en aumento. “Las relaciones de la Unión Europea con China han pasado de ser de aliados estratégicos a rivales sistémicos”, comentó, mencionando las diferencias en materia de soberanía, derechos humanos y la penetración china en sectores estratégicos de la economía europea. La rivalidad se intensifica a medida que China busca expandir su influencia política mientras Europa se enfrenta a la difícil tarea de equilibrar su relación económica con Pekín con su compromiso con los derechos humanos y el orden internacional. La ambigüedad de China respecto a la guerra en Ucrania también fue discutida por Abad. “China está interesada en que tanto Estados Unidos como Rusia se desgasten en el conflicto”, explicó, mostrando cómo el pragmatismo chino en este sentido refleja su estrategia de aprovechar la debilitación de sus principales rivales mientras mantiene una postura diplomática ambigua.

Por último, Rodríguez y Abad coincidieron en señalar el impacto de la postura unilateral de Trump en la región del Indo-Pacífico. Pedro Rodríguez mencionó que el rechazo de Trump al multilateralismo podría tener consecuencias significativas, como una posible retirada de Estados Unidos del AUKUS, un acuerdo estratégico con Australia y el Reino Unido. “Trump no entiende el multilateralismo, y esto podría llevar a la retirada de Estados Unidos del AUKUS, afectando la cooperación en el Indo-Pacífico”, advirtió Rodríguez, lo que podría debilitar la posición de Estados Unidos frente a China en una de las regiones más estratégicas del mundo y a la vez podría afectar alianzas clave en Asia, como las que mantienen Australia y Japón.

En resumen, la administración Trump ha generado un cambio significativo en la geopolítica global, con una reconfiguración de las relaciones con potencias como China y Rusia. La retórica agresiva hacia China, que inicialmente parecía señalar una confrontación directa, ha sido reemplazada por un enfoque más pragmático, en el que los intereses comerciales y diplomáticos juegan un papel central. La relación de Estados Unidos con China en los próximos años seguirá siendo compleja y volátil, con implicaciones cruciales para el futuro del orden internacional.

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