Ubicado en la costa sureste de China, Taiwán ha convertido su modelo de crecimiento económico en un referente para la región asiática. A finales del siglo XX, la isla pasó de una economía predominantemente agraria a consolidarse como una de las principales potencias tecnológicas a nivel mundial. Hoy en día, Taiwán lidera la producción global de semiconductores, con empresas como Taiwán Semiconductor Manufacturing Company (TSMC), que controla más de la mitad del mercado mundial de esta industria.
Asimismo, en un contexto dónde las nuevas tecnologías son esenciales para nuestro funcionamiento diario, Taiwán es el responsable de fabricar gran parte de los chips que necesitan los dispositivos de industrias como la electrónica o la automovilística.
De un centro exportador agrícola a la expansión industrial tecnológica
Históricamente, Taiwán se consolidó como un gran exportador agrícola, con productos clave como el arroz, el azúcar, el plátano y el té. Esto cambió a partir de 1960, cuando el gobierno taiwanés implementó una estrategia de industrialización con el objetivo de reducir el volumen de importaciones y propulsar la fabricación local. Entre otras medidas, esta transformación impulsó la creación de la primera zona de procesamiento de exportaciones, orientada a una mayor proyección global de Taiwán. En pocos años, este giro económico permitió consolidar a la isla como uno de los principales centros exportadores de referencia.
La apertura del mercado taiwanés al exterior, sumada a la disponibilidad de mano de obra cualificada, atrajo empresas extranjeras del sector eléctrico, incrementando el peso de este sector económico sobre el PIB. Todo ello, sentó las bases para la expansión industrial y tecnológica de Taiwán, que pudo despegar hacia una economía desarrollada.
El punto de inflexión para determinar el modelo de crecimiento taiwanés orientado a la industria tecnológica fue la crisis del petróleo de 1973. Ante la necesidad de estimular la actividad económica de Taiwán, se produjo una nueva oleada de inversiones públicas y privadas en sectores crecientes como la electrónica, los semiconductores, y las tecnologías de la información. Un hito clave durante este proceso fue la creación del Instituto de Investigación de Tecnología Industrial y el establecimiento posterior del Parque Científico de Hsinchu en 1980. Este último se ha convertido en el epicentro del desarrollo tecnológico de la isla, albergando a gigantes de la industria como las multinacionales Taiwán Semiconductor Manufacturing Company (TMSC) o United Microelectronics Corporation (UMC).
Debido a este salto tecnológico, Taiwán logró ascender en la cadena de valor del sector manufacturero mundial, impulsando la internacionalización de sus empresas que lograron exportar, en pocos años, a casi todos los países del mundo. Este modelo de crecimiento económico le ha conferido a Taiwán una relevancia mundial, consolidándose finalmente como uno de los Cuatro Tigres Asiáticos, junto a Hong Kong, Singapur y Corea del Sur.
El traslado de la producción industrial
Si bien el desarrollo económico consolidó a Taiwán como el mayor productor de semiconductores a nivel mundial, también provocó un encarecimiento de los costes laborales. Por ello, desde 1980, muchas empresas taiwanesas comenzaron a trasladar su producción en busca de una mayor competitividad. Para 1990, ya se habían instalado en China continental un total de 4.000 fábricas taiwanesas, cuya presencia en China fue más fácil debido a la liberalización de los movimientos de capital.
En los últimos años, los cambios en la estructura de costes y otras influencias geopolíticas han impulsado una nueva ola de relocalización industrial, con Vietnam como uno de los destinos principales. A pesar de esta tendencia, la interdependencia económica con China continental sigue siendo significativa, estando respaldada por pactos como el Acuerdo marco de cooperación económica (ECFA) firmado en 2010.
Adicionalmente, cabe destacar que la inversión taiwanesa en el extranjero sigue diversificándose. Además de desplazar la producción a China continental y el sudeste asiático, las inversiones en alta tecnología también se concentran en países como Estados Unidos y Japón, lo que refuerza la estrategia de crecimiento y consolidación global de la isla de Taiwán.
El peso de los sectores económicos en Taiwán
El sector terciario ha cobrado un papel central en la economía taiwanesa, representando el 62% del PIB en 2020. Le sigue el sector secundario, que ha superado recientemente el 36% del PIB, mientras que el sector primario, con un peso mucho más menor, apenas alcanza el 2%.
Aunque el sector agrario desempeñó un rol clave en las primeras etapas del desarrollo económico de Taiwán, actualmente se ha reducido sustancialmente. Su peso minoritario en la economía de la isla y su creciente dependencia a las importaciones, llevaron a un reenfoque del sector agrícola a la demanda local.
Por otro lado, el crecimiento del sector tecnológico ha potenciado significativamente la industria manufacturera. Las principales zonas industriales de la isla se localizan en las ciudades de Taipéi, Kaohsiung, Taichung, y Tainan, donde se concentran cerca de un millón y medio de pequeñas y medianas empresas que conforman la base fundamental del tejido industrial de la isla.
Aunque TSMC es su firma más reconocida a nivel mundial en el sector más relevante de su economía, Taiwán también lidera en la fabricación electrónica de consumo. Empresas como Foxconn o Giant Manufacturing, son otros ejemplos del impacto en el mercado global de la industria taiwanesa. Este crecimiento del sector secundario ha sido impulsado por estrategias gubernamentales como la más reciente Plan de Desarrollo Industrial 5 + 2, destinado a la innovación de la industria a través de sectores estratégicos como la biotecnología o el proyecto Asian Sillicon Valley.
La expansión del sector terciario en Taiwán se ha consolidado en tres áreas clave: la banca, los seguros y el ocio. No obstante, en los últimos años, el sector de las telecomunicaciones ha cobrado una importancia creciente en la economía taiwanesa. Actualmente, Taiwán se posiciona entre los países con mayor penetración de smartphones y acceso a internet, reflejando su avance tecnológico y la relevancia de su infraestructura digital.
A pesar de los desafíos que representó la crisis de la Covid-19, la economía taiwanesa se mantuvo estable gracias a su sólida base exportadora. El comercio exterior sigue siendo un pilar fundamental, con un tradicional superávit que oscila entre el 7% y el 10% del PIB. Más del 50% de sus exportaciones provienen del sector tecnológico, seguidos de otros productos como la maquinaria mecánica y el plástico.
El dominio de la industria manufacturera de semiconductores
La industria de semiconductores es la clara dominante de la economía taiwanesa. Desde su impulso inicial entre 1970 y 1980, el gobierno ha implementado incentivos para fortalecer este sector, apostando por la inversión en investigación y desarrollo (I + D).
En 2022, el gasto nacional en I + D superó el 3% del PIB de Taiwán, destacando especialmente la industria electrónica y de semiconductores. Estos recursos han sido canalizados hacia institutos de investigación y parques científicos y tecnológicos, que en pocos años se han convertido en centros de referencia a nivel global. Instituciones como el Technology Research Institute, Institute for Information Industry, o National Applied Research Laboratory, además de los parques de Hsincho, Central Taiwan o Southern Taiwan, consolidan a Taiwán como líder indiscutible en innovación tecnológica.
Además, Taiwán se ha convertido en el mayor productor mundial de chips y microchips. Con la producción de casi 10.000 productos diferentes, también domina la fabricación de los chips más avanzados. Los expertos estiman que la isla es responsable de aproximadamente el 90% de la producción de los semiconductores de última generación, esenciales para los programas de inteligencia artificial, misiles inteligentes, ordenadores y computación cuántica. Esta supremacía tecnológica ha elevado la industria de Taiwán sustancialmente.
Las oportunidades y ventajas de Taiwán en clave económica
La economía de Taiwán cuenta con múltiples ventajas que aumentan el atractivo de la isla para el resto de los mercados globales. Su ubicación geográfica es fundamental para la distribución logística en la zona de Asia-Pacífico. Taiwán cuenta con más de siete puertos comerciales internacionales, entre los cuales destaca el puerto de Kaohsiung, que ocupa la quincena posición dentro de los puertos más importantes a nivel mundial por TEUs facturados. Más allá, el gobierno ha anunciado recientemente un aumento de las inversiones en infraestructuras para reforzar su papel como centro logístico de referencia.
El entorno seguro y favorable para la inversión extranjera es otro de sus grandes atractivos. Taiwán ofrece un sólido marco legal con altos niveles de protección e incentivos para las empresas internacionales extranjeras. El sector eléctrico y de comunicaciones atrae la mayoría de inversión extranjera debido a oportunidades existentes en sus parques científicos y tecnológicos. En ese aspecto, cabe subrayar el papel de la Unión Europea como uno de los mayores inversores en Taiwán, ocupando las primeras posiciones en sectores como los servicios financieros, productos químicos y manufactureros.
Más allá, Taiwán ofrece oportunidades para la cooperación industrial con una abundante mano de obra cualificada, alta capacidad de innovación, y un alto índice de protección de la propiedad intelectual. Su papel en la cadena de suministros, especialmente en la industria de semiconductores, ha convertido a Taiwán en un destino excelente para la internacionalización de empresas que quieren hacer negocios en Asia-Pacífico, una ventaja que han aprovechado grandes empresas tecnológicas como Google o Microsoft.
Los retos actuales para la economía taiwanesa
A pesar de sus fortalezas, Taiwán enfrenta diversos desafíos que afectan directamente su estructura económica. El impacto mundial de la guerra en Ucrania ha interrumpido las cadenas de suministros, aumentando los precios de las materias primas. Además, la escasez de semiconductores a nivel mundial ha afectado a los sectores de la electrónica de consumo y el automovilístico. En consecuencia, aunque su economía sigue en crecimiento, el PIB de Taiwán se ha desacelerado en los últimos años, al igual que el volumen de sus exportaciones.
Otro desafío clave es su dependencia energética del exterior. Para tratar de reducirlo, Taiwán ha trazado una estrategia diversificadora del sector, apostando por las energías renovables con el objetivo de alcanzar un nivel de cero emisiones en 2050.
La inflación también ha representado un reto significativo, con un incremento del 3.39% del índice de precios al consumo en 2023. Este hecho, sumado a los efectos del endurecimiento de la política monetaria en Estados Unidos, ha generado una presión notable sobre la economía taiwanesa.
A pesar de todo ello, la capacidad de adaptación de la administración de Taiwán ha sido clave para mitigar estos desafíos. Iniciativas como el Plan de Desarrollo Industrial, el impulso de las energías renovables, la reforma del marco legal para la inversión extranjera, y el programa de recuperación pospandemia, son solo algunos ejemplos de cómo Taiwán responde con resiliencia a la nueva realidad económica.
Departamento de Economía y Empresa de Casa Asia